jueves, 24 de mayo de 2012

Last one.


A veces, me odio. Me odio por se una máquina compulsiva que no quiere parar de comer. Me ciego, dejo de pensar, mando todo mis propósitos al fin del mundo, para comer, comer y comer. No me conozco ni en los espejos. ¿Es tan difícil sentirse bien con uno mismo? No creo que pida mucho, solo quiero que la chica que sé que soy salga de debajo, de donde esté prisionera.
Y estoy dispuesta a hacer lo que sea, cualquier cosa. Lo único que quiero es verme como el resto de las chicas del instituto, delgadas, pequeñas, como mariposas. Yo soy un abejorro, pesado, feo, que solo baila detrás de ellas intentando seguirlas el ritmo. Sin gracia. 

Quiero mirarme en el espejo, con el bikini puesto, y verme guapa. Perfecta, sin ningún defecto. Lo único que me falta para conseguir cualquier cosa que me proponga. ¿Qué veo ahora? Un chica, que le sobra de todo por todos los lados, que jamás será nada si no consigue sacarse ese peso de encima. Y repito, estoy dispuesta a cualquier cosa. Quizás, después de todo lo que he probado, sea hora de empezar a contar calorías en serio, pero no estoy muy segura de como hacerlo. Pero aprenderé, lo llevaré a rajatabla.
Lo malo, es que estoy con los exámenes finales. Es decir, paso demasiado tiempo en mi habitación, estudiando a más no poder... y comiendo. Y lo peor es que no me da tiempo a salir a correr, ni a bajar a entrenar. Es horrible, cada día que pasa, me siento peor, infinitamente.

No quiero ser una chica de portada, ni un saco de huesos. Quiero ser alguien normal. Lo he intentado muchas veces, pero esta, lo prometo aquí y ahora, va a ser la última.


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