viernes, 25 de mayo de 2012

Crisis.


A mi me cae mal muy poca gente. En serio, poquísima, de echo, solo hay una persona en todo el mundo que me cae mal. Es como una fórmula matemática: si tu no juzgas a primera vista, ellos no te juzgan a ti. No hagas juicios sin saber quien hay detrás de todo eso. Luego, tienes dos opciones: que te caiga bien, o que te caiga mal. ¿Te cae bien? Perfecto. ¿Te cae mal? Te aguantas, hablas cuando tienes que hablar, y sonríes. Sin crear malos rollos ni paranoias de ningún tipo. Fin.

Y luego es verdad, que por la gente que me cae bien, me hace sentir bien, y me hace reír, muevo mundo, cielo y lo que haga falta. Hago cualquier cosa, me enfrento a quien sea. Con la única, pequeña condición, de que no me mientan. Si me tienen que decir algo, a la cara. Puñales no, gracias. Es así de simple, así de fácil. La primera vez lo paso, la segunda puede. Pero nunca hay más de una tercera. 
No soy una persona que le importe mucho lo que digan de ella. Es más, me da bastante igual. Yo tengo una imagen de mi, y punto. Pero ir contando pequeñas partes de mi vida que he confiado, jamás. Simple, tu me fallas, tu desapareces. Punto.

Pues de momento, en estos dieciséis años, solo ha habido una persona que ha cruzado la línea.  Y mira que la conocía desde hace poco. Se llama C, la chica que ahora me mira mal, y a veces pienso que solo intenta volarme la cabeza. ¿Qué hizo, y bueno, sigue haciendo? Básicamente, querer todo lo que yo quiero, o tengo. Y no para de echar mierda a lo que sea, hasta conseguirlo. Y no solo lo hace conmigo, también con M; antes también pasaba con C (la buena C, mi amiga), solo que ahora ella pasa del tema. 
Y si no moviera mundo, cielo y lo que hiciera falta por enterarse de lo que quiero, para luego arrastrase para conseguirlo y restregármelo por la cara, no me caería mal. Podemos compartir gustos. Pero una cosa es eso, y otra muy diferente, querer acabar conmigo. Y eso, pequeña C, jamás lo podrás hacer ni tú ni nadie.

Tú estás sola, cariño, que ni tus mejores amigas te apoyan contra nosotras, ¿cuál va a ser tu próxima maldad? No importa, ya sabes que hace tiempo que ni me molestas ni se que existes. Y hasta que por fin entiendas que no eres nadie para mi, voy a seguir sonriéndote. Y mientras tanto, hasta que te des cuenta de que todo el mundo se ríe de ti, puedes seguir besando por donde paso o a quien ya he besado.


jueves, 24 de mayo de 2012

Last one.


A veces, me odio. Me odio por se una máquina compulsiva que no quiere parar de comer. Me ciego, dejo de pensar, mando todo mis propósitos al fin del mundo, para comer, comer y comer. No me conozco ni en los espejos. ¿Es tan difícil sentirse bien con uno mismo? No creo que pida mucho, solo quiero que la chica que sé que soy salga de debajo, de donde esté prisionera.
Y estoy dispuesta a hacer lo que sea, cualquier cosa. Lo único que quiero es verme como el resto de las chicas del instituto, delgadas, pequeñas, como mariposas. Yo soy un abejorro, pesado, feo, que solo baila detrás de ellas intentando seguirlas el ritmo. Sin gracia. 

Quiero mirarme en el espejo, con el bikini puesto, y verme guapa. Perfecta, sin ningún defecto. Lo único que me falta para conseguir cualquier cosa que me proponga. ¿Qué veo ahora? Un chica, que le sobra de todo por todos los lados, que jamás será nada si no consigue sacarse ese peso de encima. Y repito, estoy dispuesta a cualquier cosa. Quizás, después de todo lo que he probado, sea hora de empezar a contar calorías en serio, pero no estoy muy segura de como hacerlo. Pero aprenderé, lo llevaré a rajatabla.
Lo malo, es que estoy con los exámenes finales. Es decir, paso demasiado tiempo en mi habitación, estudiando a más no poder... y comiendo. Y lo peor es que no me da tiempo a salir a correr, ni a bajar a entrenar. Es horrible, cada día que pasa, me siento peor, infinitamente.

No quiero ser una chica de portada, ni un saco de huesos. Quiero ser alguien normal. Lo he intentado muchas veces, pero esta, lo prometo aquí y ahora, va a ser la última.


martes, 22 de mayo de 2012

Point.



Dreamys, ahora ya sabéis (a grandes rasgos) quien es la chica que se esconde detrás de su ordenador. La chica que sueña despierta, que juega con lo que no debía, que quiere dormir hasta que le duelan las parpados de tenerlos cerrados. Que estudia, que bebe café cual agua, que se muerde las uñas y, que en el fondo, sigue esperando a su príncipe azul. Aunque no exista. 

Creo que, a partir de ahora, puedo hablaros de lo que me pasa día a día, de como sigo consiguiendo lo que quiero, y a quien quiero. De como caigo, me destrozo contra el suelo. Porque sé que todo eso va a pasar, tiene que pasar. Para ganar, hay que apostar, día tras día. Algunos días perderás, querrás dejarlo todo, meterte bajo la almohada y no salir nunca; pero créeme, algunos, quizás pocos, quizás muchos, podrás comerte el mundo a bocados. No importa cuanto quieran estropeártelo, ni cuanto quieran hacerte sufrir.
Sonríe, merece la pena. ¿A qué viene la charlita filosófica? No lo tengo muy claro, simplemente, me apetecía. Sé que os debo algunos capítulos de está historia, pero tiempo al tiempo. En fase de exámenes, ¿qué otra cosa se puede esperar?

A partir de ahora, de este preciso momento, empezamos a soñar juntas. Yo ya lo hacía, ahora sabréis que sueño. 

sábado, 19 de mayo de 2012

Sweden, what's up?



Menos cinco grados a las siete de la mañana, doce a media mañana, dieciocho a la tarde, menos diez grados de madrugada. Desayuno a las siete y media, comida a las once y media de la mañana, y cena a las ocho. La mermelada se echa en la carne, y no se bebe agua a la comida. El yogur, en tetrabricks. Cuando te presentan a alguien, le das la mano; nada de dos besos. Es más fácil y más barato conseguir drogas que una botella de alcohol. La mayor tasa de suicidios del mundo. Sexo, drogas y, bueno, música electrónica pura. 

Estoy hablando de Suecia, el país de la nieve, el frío. Estocolmo. Sus prisas, sus coches, sus historias, su desastre, su economía, su tren, metro, tranvía. Sus institutos americanos, sus rarezas, sus paranoias. Su bordería. Y yo viví, hace menos de un mes, todo eso, durante quince días. Posiblemente, después de este capitulo, ya podréis saber como estoy hoy en día. 
Los detalles de mi vida sueca no puedo decir que no fueran importantes, pero creo que quedan bastante bien definidos arriba.

Vosotros lo que queréis son trapos sucios, para poder chapotear en ellos sin marcharos. Yo os los voy a dar. Como parte del intercambio con Suecia, teníamos un crucero desde Estocolmo a Tallín, pasando en el barco una noche a la ida, y otra a la vuelta. El crucero tenía de todo, todo lo que puedas imaginar. Nueve plantas, llenas de cosas, tiendas, salas, habitaciones. Tenía piscina, pero no fui capaz de encontrarla. Y lo mejor: un supermercado donde vendían alcohol casi regalado a menores. El plan perfecto, si no fuera porque era mierda pura (perdón por la expresión, pero no se me ocurre palabra mejor).

Resultado: dos noches de flash. Visto y no visto, sin muchos recuerdos, sin saber lo que hiciste, como llegaste a cama, que va a ser de ti al día siguiente. ¿Qué hiciste la noche anterior?

Primera noche: mi camarote, la botella de litro de vodka, la pequeña de no-se-que con mora, RedBull, muchos vasos, jugamos al ''Yo nunca'', bailar, bailar, fotos, bailar, arcada, zona de fumadores, confesiones... P. Si, el mismo chico de Fin de Años (si os habéis perdido esa parte, http://sorryforbeinyoudreams.blogspot.com.es/2012/04/nye.html). Mierda. Mierda, mierda, mierda. Una vez, dos, tres, ¿cuántas? Ahora mismo, sigo sin saberlo. No me gusta, no lo sé. No sé que hacer, si dejarlo así. Pero de lo que si me acuerdo, es que me dijo que le gustaba. Recordarme que algún día os hable de él, y de porque es imposible tener nada más. 

Segunda noche: chicas, recomendación de una dreamy a tener en cuenta: jamás, pase lo que pase, hagáis una apuesta de quien bebe más rápido. Y mucho menos, cuando es alcohol del día anterior, caliente, en dos tragos. Caput, no sé lo que pasó esa noche. No me acuerdo de nada, de nada, de absolutamente nada.

Soy un desastre, lo peor. Lo sé. 
Solo pido que no me lo echéis en cara, porque me he propuesto cambiar. Renacer cuando nadie pensó que lo haría. Puedo hacer lo que quiera, puedo ser quien quiera.

lunes, 14 de mayo de 2012

Bella Italia.



Italia, la tierra de los sueños, la pasta, las góndolas, la pizza de masa perfecta, los italianos. El caos en el tráfico, el calor a flor de piel, el zumbido de las motos pitando en tus oídos. Sonrisas de algodón, helados cremosos, sol, olor a mar. Todo esto; el país en forma de bota. Y allí estábamos nosotros, en Marzo. Disfrutando de nuestra semana de libertad condicional como quisimos: desayunando, comiendo y cenando a base de pasta, pizza y vodka de sabor. Limonchelo de seis euros. Vodka de melón o de melocotón, cuatro euros. La mezcla era lo más caro, así que bebíamos a palo seco. Y la resaca ¿qué es eso? No había tiempo para eso, casi no lo había para respirar. Museos, calles, plazas, catedrales, ciudades, pueblos, chicos. Un torbellino de ideas, ilusiones, concentradas en siete días. ¿Quién podría estar preparado para semejante estallido en el pecho?

Yo, M y C, junto con la otra m. Se merece una letra minúscula, porque desde que la conocemos, para mi, solo me ha creado problemas y dolores de cabeza. Nunca nada está bien para ella, pero la queremos de estraña manera. Nos quiere solo para ella, y cuando no lo puede conseguir, lo intenta con más fuerza, con más pesadez. Pero gracias a ella, por milagroso que parece, empezamos a llevarnos bien con un grupo de chicos del instituto, geniales. No diré sus nombres, porque sus iniciales se repiten demasiado, además, siempre son un grupo. Los llamaré, simplemente, los chicos, y así todas nos damos por enteradas. Geniales, perfectos, no todos legendarios, pero siempre ellos. Fútbol, chicas, cerveza, playa, y nosotras con ellos. Opinamos, discutimos, bebemos, nos divertimos. Juntos, por mucho que m se queje de todo. Podemos contra todo.

En definitiva, Italia nos unió más a nosotras tres, nos alejó de mis dos mejores amigos, R y I, que prefirieron otras chicas del instituto (algún día os hablaré de ellas). Nos unió a un grupo de gente genial, en la que cada día confiamos más y más. Y nos de mostró que nosotras tres, podemos con todo. 

domingo, 13 de mayo de 2012

Break, broke, broken.


¿Y qué fue de él, de N, del chico que me hizo sentir única? Fácil. Quiso desaparecer sin hacer ruido, echándole la culpa al tiempo, a las nubes, a la nada. Ser un cero a la izquierda, no dar explicaciones. Quiso aplicarse el carpe diem, pero no lo puedes hacer, si no lo entiendes. Entonces, en fin de año, lo vi. Por primera vez desde que fue capaz de negarme a la cara todo. Lo vi, en una esquina, de espaldas. Pantalones negros de pinza, americana negra. Camisa blanca, y si, corbata rosa. Aunque no la vi entera, se que la llevó. Y no la vi entera, porque había otros brazos, de otra chica, rodeados en su cuello. 
Me gustaría decir que no me importo. Pero no, lloré, lloré como nunca había llorado, ni siquiera en el silencio de mi cama. Mi amiga, C, también lo vio, y en aquel momento fue cuando A pronunció una de las pocas frases de la noche que puedo recordar: no llores, yo te quiero más. Era mentira, claramente, pero me dio la vida. ¿Lo mejor? Lo que pasó después.

Yo, O, y nuestra columna. La misma que compartimos en Reyes. La misma que cada vez que voy allí, me acuerdo de un olor, una sonrisa, y una mirada; siempre la misma. Y me vio, igual que yo lo había visto a él. N me vio con otro chico, demostrando que no me había importando nada, ni quien fuera ella, ni porque. Aunque en el fondo, sabía que era mentira. 
Pasó esa noche, la siguiente, una semana, Reyes. Reyes, la noche en la que se me rompió el bolso, y tanto mi DNI como la chapa para recuperar mi chaqueta acabó tirada por el suelo. La noche en la que una chica que yo no conocía de nada, me lo devolvió todo. Ella sabía quien era yo. Al día siguiente, solo me acordaba de sus vestido. 

Dos semanas más tarde, me enteré de que ella y N estaban saliendo. Me enteré de que ella me tenía envida por haber estado con él, por que estaba enamorada, o eso pensaba. Sentía lo mismo que sentí yo, cuando ni siquiera era capaz de hablar con él, hacía tres meses. Historias parecidas. Pero en aquella, yo perdía, y ella, M, ganaba. Italia. Ellos hacían tres meses, igual que llegamos a hacer nosotros un día. Nos caímos bien, realmente bien. Si no estuviera él por medio, podíamos ser ahora mismo amigas. 

Pero lo único que podemos hacer es recordar cada vez que nos miramos a la cara, que una la consiguió antes, y que la otra lo sigue ganando ahora. 

martes, 1 de mayo de 2012

Step by step.



Y cual espejismo, igual que cuando se termina un sueño, llegó el nuevo día. Un nuevo año, nuevas ilusiones en botellas de champán. Vomité tres veces el primer día de este año en casa. Me dolía la cabeza, los pies, el cuerpo, el alma entera se había puesto en mi contra. Y lo peor, era lo que no recordaba. Sabía que había bailado hasta destrozarme, que había bebido y que me había querido morir. Sabía que alguien me había besado, una, dos, tres mil veces, pero no sabía quien. Cada vez una cara distinta. 
Vosotros ya sabéis quienes eran, pero yo no me acordaba de todos. Recordaba sabores, olores, chicos, pasos, mordiscos. Callejones, paredes, uñas, sonrojos, risas, lloros. Mi vestido era negro, y a la luz de la noche todos los gatos son pardos. Y yo quise ser un gato más en ese baile de locos. Y lo conseguí.

Pasaron los meses. ¿Que pasó con esos chicos de Fin de Año? Con R, está todo normal. Sigue siendo mi mejor amigo, a quien le cuento todo, sin sentir por él nada más que amistad sin limites, deseosa de ahogarnos con ella. De A, el chico de toda fantasía femenina en está ciudad, no he vuelto a saber nada. Pero no me extraña, él es así: aparece, desaparece, muere, revive de sus propias cenizas. Luego está O. De él si que volví a saber, vaya si lo hice. Compartimos dos noches más, dos noches de caza perdidas en gramos con hielo picado. Pero el problema que tiene él para mi es tan simple como que trabajamos juntos. Los fines de semana, y tenemos la misma jefa. Y ella lo sabe. Fin del asunto.
Después están los dos chicos de los que no me acordaba, M y P. Y la verdad, no hable nada con ellos sobre esa noche, quizás mejor. Lo dejamos así, como si simplemente fuéramos una nube de polvo entre los demasiados que hubo aquella noche. Continuamos llevándonos bien, cada uno con su vida, sin intentar influir en la del resto. 

Siguieron pasando los meses. Febrero. Sábado loco. E. Mucho misterio, pero más oscuridad de por medio. Y llegó Italia, una semana de total y completa borrachera continua. Y él estaba allí, sin más. Con miradas que quizás lo significaran todo, pero que no fueron nada. Solo sonrisas tontas, y algún que otro roce sin querer, queriendo evitarnos, por bien de todos. De mi grupo de amigos, del suyo, repentinamente puesto en la misma balanza. 

Y ahora, ¿ahora quién está?

miércoles, 25 de abril de 2012

NYE.



Y después de muchas horas de lágrimas, muchos "no me volverá a pasar", muchas sonrisas al recordar momentos perfectos, ideales, o que al menos los fueron para mi, llegó la gran noche. La noche más larga del año, porque cuando vuelves a casa, ya es de día. La más borracha, la más loca, la más mortal. Con mortal no solo me refiero a los accidentes de tráfico; puedes morir de muchas formas. Morir es beber hasta no poder más, y acabar en un hospital; morir es sobredosis; pero yo hablo de otro morir.
Mueres cuando consigues lo que quieres, cuando sabías que nadie apostaba nada por ti. Morir es dejar de ser tú, la chica que se escondía debajo de su almohada porque le habían echo pedazos. Morir es bailar hasta desgastar el suelo, da igual con quien, como o haciendo que. Morir es disfrutar, placer, seducir, endulzar, perderse, borrarse, beber, sufrir, gritar, susurrar, suspirar. Morir es dulce, un gozo inigualable. Morir del que yo hablo. 

Y llegó esa noche, la noche en la que se hacen más propósitos de todo el año, Fin de año. Y yo hice mi propio propósito, pero solo para esa noche: encontrar por lo menos alguien dispuesto a quererme esa noche. Que lo intentase, que quisiera morir por mi. Salí dispuesta a ganar, a apostar todo, aunque no tuviese aún la suficiente fe en mí. Comenzó la noche, y los dados estaban echados. Cinco.
Salió un cinco. Cinco chicos en una noche. La primera palabra que se os vendrá a la cabeza, supongo que será "puta". No me extrañaría. No hay justificación: sí, iba borracha, mucho; sí, incluso llegué a vomitar. Pero eso no explica lo que hice. 
Primero, fue mi mejor amigo, R. En el mismo instante en el que pasó, supe que era un error, el más grande. Ambos nos dimos cuenta, quizás demasiado tarde. Después, P., aquel chico que me gustó, me dejó de gustar, y por fin decidió que le gustaba. Pero en la noche de Fin de Año. Cuando cualquier beso, por norma, nunca significa nada. Luego, aunque no me acuerde, M. Él si que se acuerda, pero no me dice nada por miedo de acabar con nuestra amistad. A. El hombre de los sueños de toda chica, el principe ideal... si no fuera el putero más grande que conozco. Ya era la segunda vez que pasaba con él una noche, y no decepciono. Nunca lo hace. Y, por último, O. Otro tuzón donde los haya. Pero mis mejores amigas, M. y C., me llevaban bastantes meses diciendo que le gustaba, incluso cuando yo estaba con N. Y realmente, es guapo. Así que, ya puestos a acabar con mi reputación de chica buena, ¿porqué no uno que realmente pudiera ser bueno para mi?

Y se acabó la noche, como todas. Se acabó, y solo quedaba volver a casa, meterse en cama, y esperar a que el sol fresco traiga  las consecuencias. 

lunes, 23 de abril de 2012

It´s not you, it´s mine.



Nos levantamos después de sucumbir bajo viento, mar y marea. Nos lamimos las heridas de guerra, cuando en realidad solo queríamos jugar. Y sonreíamos a los espejos cuando todo el mundo quería llorar. Fuimos fuertes, y creímos que nada podría con nosotros. Que dos y dos eran uno, y uno era infinito. Sin limites, perfecto, radical, prolongación total a tiempo parcial. Hasta que se nos calló el mundo a los pies. 

Los chicos son fáciles. Solo buscan tres cosas: comida, deporte, y chicas. Y punto. Bueno, también buscan respirar, pero solo porque es estrictamente necesario. Es así; no piensan mucho las cosas, y hacen todo sin tener en cuenta las consecuencias. Pero por fin, yo había creído que había encontrado a un chico que no era así. Las cosas pasaron bastante rápido. Se acabó la primera evaluación, y N salió una noche con sus amigos, a desfasar como nunca, porque habían acabado su primera evaluación pre-selectividad. Habíamos quedado en vernos al día siguiente, pero no fue así. En verdad, no sé que pasó esa noche, ni si quiera creo que realmente quiera saberlo. Simplemente, esa fue la noche en la que todo cambio.
Pasaron los días, uno tras otro. Y evasivas, largas evasivas, como si el mundo hubiese decidido que no merecía la pena seguir luchando por lo que quieres. Y, finalmente, se acabó.

No hubo lágrimas, no en público. Eso si, no puedo llevar la cuenta de las noches que dormí por agotamiento de tanto llorar. Pero nadie lo supo, solo yo, yo y mi almohada. Fue dos días antes de Fin de Año. ¿Consecuencias? Devolví a la tienda mi vestido para esa noche, rosa, a juego con su corbata. No quería verlo, nunca, jamás, ni tener nada que ver con él. Mi madre me convenció para volver a comprar el vestido, pero solo quedaba en negro. Míticos los vestidos negros en Fin de Año. 

Solo quedaba prepararse para la gran noche, después de tres meses juntos. Para bailar, esta vez, con un chicos, dos, tres, o los que hicieran falta, pero que no oliesen como él, me abrazasen como él, bailasen como él. Solo pedía que no me mirasen como él. 

domingo, 22 de abril de 2012

Long night, strange.



Aquí, en Octubre, hay una gran fiesta. Todo el mundo sale, bebe, baila, sonríe, hasta las mil, y vuelve a casa dando tumbos, con los tacones en la mano, o en su defecto, un chico guapo que te acompañe. Y al día siguiente es igual, y al próximo, y al de después. 
Yo había quedado con mis amigos, con todos, para cenar y beber en casa de I. Pero primero, dejad que os cuente que pasó con N. Volvió de Suecia, y lo vi al día siguiente por el instituto. Hablábamos todos los días, pero aun nunca habíamos quedado o hablado en persona. Hasta que llegó la gran noche. Salimos de casa de I bastante contentos y fuimos al parque donde estaba todo el mundo. Y pasó la noche, hasta que N apareció por detrás, con su sonrisa de cristal. Demasiado bonito para ser contado con palabras y demasiadas palabras para algo que se puede resumir en una sonrisa. Demasiado miedo en decir lo que está prohibido bajo pena. Ojos bonitos y cuellos con sabor a tostada, ¿qué más se puede pedir? Quizás, que durase para siempre. Y parar aquel reloj un instante, dos, tres, una vida entera.  
Y continuamos viéndonos, día tras día. Si, estábamos juntos. Yo le gustaba, y el me gustaba a mi. Perfecto, ideal. Compartiendo secretos, preocupaciones, acompañadas de una taza de café. Un sofá para dos. Unas escaleras frías. Partidos de baloncesto. Tripes solo para mi. Noches de frío polar, de borrachera. Pero juntos. 

Nos creímos más fuertes que el sol, más efímeros que los libros de historia. Quisimos crear nuestro cuento de hadas, donde podíamos vencer a cualquier cosa. Hasta que te atreviste a decir el primer "te quiero", y yo el segundo. Ese fue el principio del fin.

domingo, 8 de abril de 2012

Time-jump.


Lo siguiente que supongo que tendréis que saber de mi es que he salido en serio con dos chicos. En realidad, a partir de aquella noche de Carnaval hasta hoy en día, he estado con doce chicos, pero ninguno sobrevivió mucho. La mitad se consumió en noches de vestido y tacones. 
El primer chico con el que salí lo conocí en Semana Santa; hizo un año hoy. En un campus de baloncesto, y dormimos juntos la última noche. Me esperó hasta la vuelta de mi excursión con el colegio, me escuchaba, y me decía lo mucho que me quería todos los días. Hasta que mes y medio después me cansé de él. Así de simple, y posiblemente este fuera el chico que más me ha querido en mi vida. Me he arrepentido muchas veces de haber acabado las cosas así con el, pero en realidad no le quería, y lo único que hacía era engañarme a mi misma, y a él.

El segundo chico. Esta historia va a llevar tiempo. Veamos, ¿nunca os habéis mordido el labio al ver pasar por la calle al chico de vuestros sueños, al que lleváis tiempo mirando, sabéis como se llama, donde estudia, y si practica algún deporte? Estoy hablando del chico que sonríe a todo el mundo, que se toca el pelo y guiña un ojo; el tipo de chico que parece inalcanzable, y que provoca sonrojez y tartamudeo solo con que salude. Todas tenéis la imagen de alguno, ¿verdad? Pues en mi caso, era N. Un año mayor, que jugaba al mismo deporte que yo, con el que nunca había hablado, y lo único que compartía con él había sido algún partido de baloncesto... a veinte metros uno del otro, pero compartiendo el mismo partido. 
Cuando acabó este verano, el verano del 2011, uno de los grandes, yo perdoné a una chica que me había echo mucho daño. V, a quien yo le contaba hasta el más pequeño de mis pensamientos, me había traicionado, se había aprovechado de mi. Me había quitado algo que quería y que sabía que podía conseguir. Fue fácil, le dije lo que me parecía, y ella decidió apartarse durante un tiempo. Lo mejor para ambas. No volví a saber nada más de ella durante todo el verano. Y cuando volvió para pedirme perdón, aprovecho para hacerme un regalo: darme la oportunidad de conseguir lo que más quería, a él. Porque ella le había hablado de mi, le había hablado bien, y le había gustado lo que oía.
Y comenzamos a hablar, día tras día. El percal era que N estaba en Suecia de intercambio, pero daba igual. Me contaba sus cosas, yo las mías, cogiendo confianza poco a poco. Hasta que llegó el día de su vuelta, y la promesa de tomar un café juntos.

El curso ya había empezado, y septiembre estaba apunto de acabar. 

viernes, 6 de abril de 2012

March, 2011


Y después de dejar a ese Peter Pan con la miel en los labios, no pude dejar de pensar en él. Hasta que, finalmente, decidí que había perdido mi oportunidad. Para siempre, y que nunca hay una segunda ocasión en temas del amor. Y desde ese momento, me propuse a mi misma no dejar pasar jamás un instante como aquel; a ver, siempre con buen criterio, sabiendo lo que haces. Pero sin arrepentirse. 
La mayor idiotez del mundo es eso, arrepentirse de haber besado, o de haber echo cualquier otra cosa, con alguien. Si lo has echo, es porque nadie te obligo y porque tu ''yo'' del pasado así lo ha querido. Ni más, ni menos. Así que solo nos queda sonreír y asimilar las consecuencias. Pero no salgamos del tema: después de olvidarme definitivamente de aquel chico, llegaron las noches insaciables de alcohol, los desfases sábado si y sábado también. Hasta que llegó Carnaval. Y llegó el momento en el que decidí no regresar a casa hasta que hubiera robado un beso. Ya me daba igual, solo quería bailar, reír y seguir bebiendo; seguir así hasta reventar, y acabar con todo con la onda expansiva. Pum, y hacer estragos. Pum, y lo mejor, recordarlo al día siguiente.

No me preguntéis mucho sobre esa noche, porque fue realmente extraña. C, que llevaba ya tres meses con el chico más guapo del colegio, mientras este le ponía los cuernos a una chica de otra ciudad, se pasó la noche entera llorando porque él no estaba; bueno, llorando y riéndose de todos, al mismo tiempo. Aún no sé como eso es posible. M. volvió a hacer las paces con su chico de toda la vida, el mismo que la tiene loca desde sexto de primaria. Y cuando por fin todo parecía ir bien entre ellos esa noche, ella se tuvo que liar con I. Aja, mis dos amigos de toda la vida, contándose secretos boca a boca delante de un parque lleno de gente; de locos. Lo curioso es que no fue solo durante esa noche; continuaron así durante casi un mes. Imaginaros lo que fue eso para el resto, verlos así día tras día, cuando en realidad no sentían nada el uno por el otro, salvo ser amigos. Horrible, un desastre. ¿Y qué pasó conmigo?
Pues yo me perdí, desaparecí, no supe nada de todo esto hasta unas cuantas horas después. Pero no me perdí sola.

Me perdí con mi otro mejor amigo, con R, o como queráis llamarlo. Me besó, y la verdad es que no me importó. Tampoco puedo decir que me gustará, simplemente no me molestó. Y me gustó, que más daba. Era una noche y estábamos absolutamente fuera de sitio. Y era Carnaval. Pero no le busqué más excusas. Mucha gente ya se lo esperaba, porque nos llevábamos genial, casi como hermanos. O no, porque los hermanos no acaban metiéndose mano mientras estallan en carcajadas. Y ya había salido con él... cuando tenía cinco años. 
Puede que se nos fuera un poco todo de las manos, pero lo que jamás habría pretendido es que pasara lo que acabó pasando. Que dejáramos de hablar, que cada vez que salíamos todos juntos no hubiera nada más que silencios. Tardamos dos meses en volver a estar como antes, ¿realmente mereció la pena?

jueves, 5 de abril de 2012

Los primeros besos no existen.



Verano. Verano precioso, de calor, sudor, bikini, y chicos. Posiblemente, la mejor parte de todas. Después de haber esperado todo un invierno, ¿quién no quiere ir a la piscina, a la playa, y verlos en bañador? Suena perverso, lo sé. Pero es verdad, tu también lo has pensado alguna vez.

Regresa al verano del 2010. Exactamente, al día en el que España ganó el mundial de fútbol. Ese día, yo pasé dieciséis horas en un bus, lleno de gente que no conocía, de camino a Francia. Miento, conocía a una chica de habar con ella por Internet, y de jugar contra ella. Me explico: yo juego a baloncesto desde que tengo uso de memoria, y ella jugaba en otro equipo. Y punto, rivalidad pura y dura transformada en una inestable amistad. Salimos a las tres de la mañana, y llegamos a las nueve y media. Demasiado tiempo encerrados en un mismo sitio. Imaginaros el panorama: no conocer a nadie, un viaje interminable. ¿Lo único bueno? El chico que se sentó a mi lado durante todo el viaje, el mismo que me despertó cuando llegamos y que no le importó que me quedara dormido en su hombro. El chico que se sentó conmigo en todas las clases de francés durante esas tres semanas, el que me venía a buscar por las noches, el primer chico que me llamó princesa. La verdad, fue un gran campamento. Hice muy buenas migas con aquella chica, y ahora somos inseparables, aunque vivamos un poco lejos. No os olvidéis de su nombre, más bien de su apellido: Ney. Leeréis sobre ella, creerme. Aprendí mucho francés, cosa que, hacedme caso, sirve para comprar alcohol en Italia. ¿Y ese chico?

Llegó la última noche, la gran noche. La gran discoteca que nos habían prometido los monitores después de tres semanas. Y ese chico, ese Peter Pan, que ya tenía toda la confianza que quisiera conmigo, me vino a buscar a la habitación, me llevó a bailar, me acompaño a cambiarme de zapatos cuando me empezaron a doler los pies. Esperó a mi canción favorita, y me besó. Bueno, lo intentó. Los primeros besos siempre son desastrosos, pero este no tengo muy claro que llegara a ser un primer beso propiamente dicho. Fue extraño, porque en realidad no quería. De aquellas, creía que los primeros besos, como el resto de las primeras cosas, tendrían que ser con alguien importante. Me equivocaba. En realidad, los primeros besos no existen. Son simplemente, lo que todas soñamos, pero lo que pocas saben lo que es. Y la verdad, me arrepiento de no haberme dejado llevar en ese momento. Era un campamento, y a ese chico no lo he vuelto a ver. ¿Qué más daba que fuera un desastre total lo que pasó? Era un beso, un beso nada más. 

Y ese, ese beso, en el bosquecito de al lado de la discoteca, a solos, entre susurros, fue mi Primer Beso En Teoría. Para mi, no significó nada. Ni siquiera lo considero un beso de verdad. ¿Y el de verdad? Esperemos un poco más, solo un poco...

miércoles, 4 de abril de 2012

Start.



Supongo que para empezar mi historia, tendré que hacerlo desde el principio. ¿Os vale el primer beso? Os diré, yo tuve dos primeros besos: el oficial, y el que realmente fue. Pero antes, tengo que contaros algo importantes sobre mi. No os puedo empezar a contar todo esto sin que sepáis quienes son ellos, mis amigos de siempre. Mis dos Mejores Amigas De Toda La Vida son -llamémoslas- M. y C. No son sus nombres de verdad, porque sé que en algún momento encontraran esto. M. fue la primera amiga que tuve al llegar aquí; no es que venga de otro país, simplemente de otra ciudad, por el trabajo de mi madre. Llevo con ella trece años, y fuimos inseparables hasta primero de ESO, más o menos, cuando empezamos a odiarnos bastante. Lo arreglamos  hace dos años, y la verdad es que no sé que haría sin ella ahora mismo. Llevamos compartiendo pupitre desde entonces, año tras año. Incluso este curso, después de pasar del colegio al instituto. Mi control, mi base, mi freno de mano; como queráis llamarlo. Ella se encarga de que Sugardreamy ponga los pies en la tierra, la que me abre los ojos y la que hace que no me haga daño tan a menudo. Luego está C., la niña buena delante de sus padres. Solo delante de sus padres. Ella es todo lo contrario, la bomba de relojería que no sabes cuando estallará. Olvídate de nosotras, las mejores noches que puedo recordar (o medio recordar) han sido cuando hemos acabado las dos solas, sin ninguna otra amiga, y sin novio a la vista. También la conozco desde que llegué aquí, pero para nada es como M. Si le apetece arder en llamas, saltar desde el infinito, lo hará, cueste lo que cueste. Eso sí, sin lastimar a ninguna de sus amigas. Solo chicos. 

Y después, mis dos MADTLV, versión masculina, son I. y R. Primero, I. es, digamos, la versión aumentada de C, solo que él realmente se lo cree. Estamos hablando del tipo de chico que es capaz de tener a cualquier chica que quiera babeando por él, y que las despacha una tras otra cada fin de semana, engañando a quien haga falta. Pero es así, y no hay que hacerle. ¿Y R.? Ese si que es mi mejor amigo, y punto. Desde que eramos unos enanos, día tras día conmigo, pasara lo que pasara. Hasta el punto de odiarnos más de la cuenta de vez en cuando, o de morir de risa en cualquier momento. Y no te puedes hacer a la idea de hasta que punto lo necesito conmigo. 

Con eso, ya podría empezar mi historia. ¿Preparada?

martes, 3 de abril de 2012

Here, a littel dreamy.



¡Hola, mundo! Se presenta en este momento la Chica del Ensueño de Azúcar, una pequeñas soñadora de hoy en día, ni más ni menos, que ha decidido salir del anonimato. Es la primera dreamy, la primera de la gran saga de soñadoras despiertas, de ilusas princesas que sueñan con encontrar a su príncipe azul entre atascos, prisas, maquillaje y móviles 3G. 
No soy especial; no tengo una historia que contar. Bueno, puede que si. Tengo la historia de como me enamoré y me rompieron el corazón el día antes de Fin de Año, como tengo que ver a la chica que lo ha enamorado esta vez día tras día. Como tengo que comerme el orgullo para seguir mirándole a la cara, mientras busco a quien realmente me merezca, quien sepa hacerme feliz. Pero de momento, seguiré probando suerte, a ver si algún sapo está dispuesto a creer en mí. Mientras tanto, seguiré siendo una chica de 16 años, dispuesta a ser feliz, sea cual sea el precio.

¿Quieres escucharme? Sé una dreamy, es fácil.