domingo, 8 de abril de 2012

Time-jump.


Lo siguiente que supongo que tendréis que saber de mi es que he salido en serio con dos chicos. En realidad, a partir de aquella noche de Carnaval hasta hoy en día, he estado con doce chicos, pero ninguno sobrevivió mucho. La mitad se consumió en noches de vestido y tacones. 
El primer chico con el que salí lo conocí en Semana Santa; hizo un año hoy. En un campus de baloncesto, y dormimos juntos la última noche. Me esperó hasta la vuelta de mi excursión con el colegio, me escuchaba, y me decía lo mucho que me quería todos los días. Hasta que mes y medio después me cansé de él. Así de simple, y posiblemente este fuera el chico que más me ha querido en mi vida. Me he arrepentido muchas veces de haber acabado las cosas así con el, pero en realidad no le quería, y lo único que hacía era engañarme a mi misma, y a él.

El segundo chico. Esta historia va a llevar tiempo. Veamos, ¿nunca os habéis mordido el labio al ver pasar por la calle al chico de vuestros sueños, al que lleváis tiempo mirando, sabéis como se llama, donde estudia, y si practica algún deporte? Estoy hablando del chico que sonríe a todo el mundo, que se toca el pelo y guiña un ojo; el tipo de chico que parece inalcanzable, y que provoca sonrojez y tartamudeo solo con que salude. Todas tenéis la imagen de alguno, ¿verdad? Pues en mi caso, era N. Un año mayor, que jugaba al mismo deporte que yo, con el que nunca había hablado, y lo único que compartía con él había sido algún partido de baloncesto... a veinte metros uno del otro, pero compartiendo el mismo partido. 
Cuando acabó este verano, el verano del 2011, uno de los grandes, yo perdoné a una chica que me había echo mucho daño. V, a quien yo le contaba hasta el más pequeño de mis pensamientos, me había traicionado, se había aprovechado de mi. Me había quitado algo que quería y que sabía que podía conseguir. Fue fácil, le dije lo que me parecía, y ella decidió apartarse durante un tiempo. Lo mejor para ambas. No volví a saber nada más de ella durante todo el verano. Y cuando volvió para pedirme perdón, aprovecho para hacerme un regalo: darme la oportunidad de conseguir lo que más quería, a él. Porque ella le había hablado de mi, le había hablado bien, y le había gustado lo que oía.
Y comenzamos a hablar, día tras día. El percal era que N estaba en Suecia de intercambio, pero daba igual. Me contaba sus cosas, yo las mías, cogiendo confianza poco a poco. Hasta que llegó el día de su vuelta, y la promesa de tomar un café juntos.

El curso ya había empezado, y septiembre estaba apunto de acabar. 

1 comentario:

  1. Holaa:) Me ENCANTA tu blog, es genial. Si tienes un ratito te pasas por el mio y si te gusta me sigues? Yo te seguiré a ti^^ http://sweetandpretty-marina.blogspot.com.es/
    Un besazzo y no dejes de escribir.♡
    Muchas gracias:)

    ResponderEliminar